31 de agosto de 2011

La alcaldesa y el sexo apolítico


Dicen que es noticia. ¿Curiosa, bullanguera, relevante, importante, estúpida? Fue, como ocurre en los cuentos de princesas y hadas, sobre una torre de palacio, el Real Olite, en Navarra. El hecho ocurrió hace tres, tal vez cuatro años. Ahora, sin embargo, se ha descubierto que la mujer subyacente que apoyaba gemidora sus brazos en el pretil de la torre más alta del castillo navarro, mientras un hombre de pelo cano y gafas de sol estiraba sus brazos, la agarraba por las caderas y movía desacompasada y senilmente su cintura, era la alcaldesa de la localidad belga de Aalst, miembro –que no miembra ni erecto- del Partido Popular Europeo.
Si analizamos la noticia desde el ángulo del cámara que grabó íntegramente la escena, concluiríamos que es una noticia curiosa. Sí. ¿Qué hace una persona rodando escenas al paisaje hosco, árido y estéril –estéril…- de las afueras de Olite? Es cierto que es un palacio muy hermoso, pero, ¿por qué quien quiera que fuera se detuvo al divisar a dos personas manteniendo sexo públicamente, lanzó el zoom enorme y aguardó a la culminación de dicho coito? Es, como poco, curioso.
Sin embargo, si analizamos la noticia desde el punto de vista social, estaríamos ante un canto a la bullanga, al escándalo libre, a la concupiscencia energúmena de las hambres modernas. Al más puro mira qué tengo, mira qué conseguí, disfrutemos de lo prohibido. Que pueda interesar un hombre que penetra por detrás a su mujer, que, al terminar, se lleva la mano a los labios y las huele; que puedan interesar las facciones displicentes y sexuales de una señora que, por amor o llamarada, le apetece un polvo rápido y público y, haciendo turismo, en Navarra o en la Mezquita de Córdoba, se baja la falda e inclina su cuerpo; que alguien piense que esto puede realmente interesar, es porque el sujeto es bullanguero.
Ahora –y he aquí el corazón-, si analizamos la noticia desde el punto de vista político, dictaminaríamos que la noticia es relevante e importante. No por la valentía y -¿por qué no?- el derecho que la mujer ha ejercido al corroborar que aquella era ella, que aquel, su marido, y que el hecho que les cazaran practicando sexo no tiene relevancia política. No. Pero sí por la inmensa metáfora que  establece el conjunto de lo que hasta ahora he analizado. Porque esto es la política: un circo del hambre, una eterna ignorancia, un atroz oportunismo, una mirada sucia y violadora al  derecho de poseer ideas, un desaforado  mira qué tengo, mira qué te falta, un señor que, oculto tras unas gafas negras, sodomiza a quien tiene agarrado por atrás, sometiendo a quien, en principio, ama y representa. La política es una imagen robada. Porque el político es un vividor. Faltan sabios allá arriba: en la cúpula o a lo alto de la torre. Que allí follen, que sean hedonistas, que sean platónicos, pero que piensen, hablen, y sepan hacer las cosas. O que no sean ni políticos; que sean escritores, poetas, químicos, biólogos, matemáticos metafísicos…que organicen –ya que la soberanía es ignorante- los asuntos públicos, que privaticen la torpeza, que la encierren en el parlamento de las voces mudas y mezquinas. Y que no sea esta de hoy la política que rige: la del voyeur, la del mirón, la del sastre, la del que pregunta si el sexo y la política están relacionados. Qué malo debe de ser en la cama un político.
Por último: si la noticia la estudiamos desde un punto de vista periodístico, salta a la vista que todo lo que he dicho no es mentira. Yo no soy ningún político. Eso sería una estupidez.

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