Quisiera
cambiar la afirmación: las dos cosas importantes que el hombre debe tener
grandes son el cerebro y el pene, por: las dos cosas importantes para el hombre
es no tener el cerebro pequeño ni, por extensión, el pene. Bueno, eso y el
ideal, la moral, la educación, la sensibilidad, la evidencia y la razón… Lo
digo porque, contra todo pronóstico, el género masculino hemos salido muy
malparados por la globalización de nuestras actitudes. Demasiado protagonismo,
eso es. Hemos tenido demasiado protagonismo histórico; un protagonismo que nos
ha encasillado en la eterna posición de la mediocridad y la fuerza o, por el
contrario, en la extraña postura de la detracción feminizada.
De acuerdo que la
incultura antepasada nos haya concedido el completo monopolio de, por ejemplo,
la literatura; ¿hasta qué pasado inmediato debemos recurrir para encontrar la
muestra de una palabra femenina: Austen, Brönte, Dickinson, Woolf, de Castro y,
por tanto, de una muestra de la liberalización del contraste ideal? Tampoco ha
habido una sola vagina en los pentagramas de la música; no hay, aunque lo
parezca, clítoris en Bach, ni en Haydn, ni en Beethoven, Schubert, Chopen ni en
Schönberg. Y así en todas las altas representaciones artísticas: Bernini,
Rafael, Leonardo, Dante, Shakespeare, Lope… Sin embargo, lo que parecía ser una
portavocía sensible y justa, la de los genios de bellas artes, fuente de
inteligencia y desarrollo, surgida de un gobierno estrictamente masculino no
sirvió más que para ratificar la supremacía sexual y social de los varones de
pene entre las piernas. Así los grandes estadistas, comandantes, generales,
monarcas, primeros ministros, los dictadores, surgidos durante la terrible
segunda mitad de los dos milenios se han encontrado un entorno sumiso y
obediente donde su sexualidad cual especie estaba por encima del resto. Hasta
el punto –Robespierre, Napoleón, Bismarck, Hitler- que, ahora, individuos
aislados han apuntado al motivo de la violencia sexual a la promiscuidad
femenina. Es decir, ahora que parecía verse luz al final del túnel, ahora que
el viejo continente, y el nuevo, y los colonizados, parecían estarse percatando
de que la diferencia sexual se basaba simplemente en una distinción biológicamente
genital y, por tanto, cultural y socialmente irreverente, las culpables de la
desigualdad de oportunidades parecen ser ellas.
Claro. Visten
faldas cortas, camisas profundamente escotadas, braguitas demasiado pequeñas,
carne en exceso tentadora, maquillaje endiablado de presencia, y eso, a los
hombres, los hace pecar. Esto se ha oído no solo en dictaduras islámicas, eh,
también en la hermanada Iglesia Católica e incluso en gobiernos laicos –Canadá.
Por eso, como
no hay mejor forma que luchar contra el enemigo desde dentro (muy simbólico
hablando de sexos… y el feminismo nunca fue la solución) las mujeres se han
manifestado –México en 2011, este año en Brasil- en una marcha denominada marcha de las putas, donde ellas,
ligeras de ropa, senos al suave aire, pezones estrictamente redondeados, ingles
a la merced del viento, piernas que no dejan lugar para sueños –placeres
reservados a los grandilocuentes ojos de la hombría o, en su defecto, a los
lésbicos (aunque a todas las mujeres les ponen las mujeres)-, muestran su
repulsa a la estupidez generalizada del género masculino, al trato
indiscriminado de sus teóricos prójimos, a la brutalidad sexual que sufren, en
Río de Janeiro, por ejemplo, más de 20 chicas al día. Somos putas, sí, y como
tales vuestro désir, votre satisfaction no
os va a salir precisamente gratis: aguantaremos como putas, lucharemos como
putas, os mataremos como putas. Magno. Un violador es peor que un asesino, y un
individuo que afirme que la violencia sexual es por culpa del exceso de
libertad de las féminas, ¿pero qué os habéis creído, chicas?, yendo por allí
con falda y camisetitas…, ellos son casi peor que los violadores, porque son
los teóricos oradores de su falacia.
Aunque resulte
difícil, me encantaría leer en el periódico de mañana: chica violada arranca el
pene de un mordisco a su verdugo. Porque un castigo justo para los violadores
no sería castrarlos –aunque a los que lo piden, adelante-, ni ejecutarlos, sino
encerrarlos perpetuamente en una celda con ciento una pantallas LED emitiendo
ininterrumpidamente escenas tan obscenas como pornográficas de humillación y
fetiche sexual. No darles de beber, ni de comer, y verlos muertos en un suelo
lleno de semen y con la mano bien asida en el tronco de la polla. Con esta
imagen de mártir, reposaría por los siglos de los siglos el machismo social que
condena a la extrañeza al 90% de la población masculina que, por dios, queremos
literatura femenina, escultura femenina, arquitectura femenina, política
femenina, pasión femenina, moda femenina y, en fin, más género femenino. Más
innovación, más originalidad. Más, más, más. Sin detención. Que empiece la
música: que suene la marcha de las putas. Que arranque la cultura, que así el
mundo no marcha.
Como mujer, solo te puedo decir una cosa:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
Cuando estudiaba Hª de la Música, hubo una anécdota que se me grabó. El profesor nos contó la historia de la "mujer de Schumann", era pianista, se decía que de la altura de Liszt. Sin embargo, escribió:
ResponderEliminar'Alguna vez creí que tenía talento creativo, pero he renunciado a esta idea; una mujer no debe desear componer. Ninguna ha sido capaz de hacerlo, así que ¿por qué podría esperarlo yo?'
Saludos!
Alguna vez lo leerás Marc, todo cambia; ese día se violarán a sí mismos acurrucados en sus sombras miserables.
ResponderEliminarSí, sí ,más…¡Una escultura por cada mujer, saturemos las plazas (pero que no vengan las palomas)
Un beso
Un poema mío.
ResponderEliminarPUTAS
Tengo un respeto enorme/
por todas las putas/
cosa que no puedo decir/
del resto de la humanidad.
Me alegra mucho ver que hay personas que opinan como tú. No son pocos los que parecen anclados en la edad de piedra.
ResponderEliminarLo cierto es que por ejemplo en filosofía tampoco ha habido mujer alguna, o en otro tipo de facetas. Y sin embargo muchos de esos artistas se inspiraban en el encanto femenino, según ellos mismos la figura de la mujer era mucho más hermosa (puntos d evista vamos) pero no me parece justo pensar como algunos filósofos de la antiguedad que la mujer es como una planta y el hombre como un animal como decían muchos. Otros las definían como medio-hombres. Es completamente ridículo.
Me ha encantado la entrada, besos.
Chica, ninguna filósofa... ¿Valen Hannah Arendt y María Zambrano?
EliminarHermosa marcha de unas tipas que quizá, sienten el orgullo de alquilar su cuerpo. Y qué? El castigo para los violadores es brillante. Hay que darle más lucidez a la ley, que ya se ha quedado en la grisacea burocracia kafkiana. Un abrazo.
ResponderEliminarBravo, Marc. Igual que Rebeka sólo puedo darte las gracias y también intentar (siendo el 0.000001% de las mujeres de la Tierra) que esto cambie un poquito, y dedicarme a un ámbito nada femenino (como todos los que has citado) hasta la fecha.
ResponderEliminarConfío que cambie un poco la situación, pues al menos en mi carrera el 90% somos mujeres, y hace unos años era de al revés. El cambio se acerca (si la puta crisis no nos devora antes).
Un abrazo.