23 de septiembre de 2011

Satélite sin control

Hoy: 20.00 horas. El satélite UARS caerá a la tierra. De seis toneladas de peso, a este satélite se le acabó la vida útil. La vida de un artilugio semejante rodea los tres y diez años de duración; lo que perdura su combustible y su funcionalidad allá arriba. Eximido este momento, los satélites van perdiendo altura y se reincorporan a la atmósfera terrestre.
Según se cree –extraño es no utilizar ciencia cierta cuando se habla de NASA- el peligro de que un residuo de esta máquina acabe con la vida de alguien es comparable a la posibilidad de que un rayo mate a una persona. La mayor parte de la nave se desintegrará en su paso por la atmósfera. Sin embargo, es más que probable que los principales restos caigan en tierra sólida. Se espera se produzca en Papúa Nueva Guinea. Y no se descarta que España sea anfitrión de alguno de sus despojos. “Hay una posibilidad entre un billón que una de las grandes piezas del satélite acaben con la vida de un español”, afirma Miguel Ángel Molina, director de la Unidad de Ingeniería Espacial. Y reitera la más que probable caída en regiones españolas.
Ahora: ¿qué debe de pensar el eterno jugador –soñador- del euromillón? Desde luego, si piensa que puede ganar una lotería europea, ¿por qué no le va a partir la crisma un cacharro chatarrero espacial? Es bonito reflexionar sobre cómo un contenido (que te caiga un satélite en la cabeza o que te toque el euromillón) separa el sueño con la pesadilla. Siempre dentro de un mismo concepto: la estadística, la probabilidad.
Es muy improbable que a ti, lector, te caiga una turbina del UARS y, desgraciadamente, igual de complicado que te caiga el euromillón. Que no se dude, por ello, de que el espabilado de turno le dirá a su compañero: eh, mira al cielo, tío, se aproxima un pedazo del satélite. El compañero alzará la vista al cielo y él aprovechará la desatención para propinarle una fuerte patada en los testículos. “¿Pero qué haces, capullo?” Duele, eh, duele. No he sido yo; ha sido la moralidad, que se debate entre la riqueza y la miseria. No hay control, no hay control para la probabilidad.Y, sin embargo, todo fue una mentira.

2 comentarios:

  1. Tendrás que seguir aguantándome unos cuantos años. Parece que no has tenido suerte y los cachos de satélite no me han caído encima al volver del trabajo.

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  2. Siempre preferiré que me toque el euromillón,eso si,si no juegas las posibilidades son nulas.En cuanto a lo del satélite,en fin,quedó para la historia.Una incondicional

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