5 de septiembre de 2011

Las faltas ortográficas de Esperanza Aguirre

No traerá cola, pero es una respuesta elegante y sonora. Ayer –en el artículo sobre los enemigos- comentaba que el enemigo que escribe, y que escribe mal, es una bendición.
Esta vez, no sé si enemiga o aristócrata, el premio se lo lleva Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid. ¿O debería decir Presidenta De La Comunidad De Madrid? La madrileña se dirigió a través de una misiva a todos los docentes de la comunidad, animándoles a realizar la hora extra impuesta desde su presidencia. Les explica que no lo haría a no ser que fuera absolutamente necesario; les acomete sobre el ahorro, la educación, la importancia de pertenecer a un colectivo y colaborar, sin chismes, sin rechistes, sin piedad, para superar la situación crítica del país. Los profesores, en desacuerdo desde luego con la reforma, le han remitido la misma carta con correcciones realizadas a mano, con bolígrafo color sangre escarlata -rojo, muy rojo, eh, Esperanza. Faltas ortográficas repetidas: más sin acento, comos no interrogativos tildados, terribles vacíos narrativos, galimatías, mayúsculas mal empleadas, contradicciones gramaticales.
La interpretación es metafórica. Los maestros enseñan, piden, corrigen y evalúan. La Presidenta, sin embargo, solo pide. Ya era hora, pues, de que fuera corregida. Tan simbólica, tan alegórica, tan ágilmente. Esperanza es, además, un personaje grotesco y faltón. Su supuesta clarividencia y el duro aura de superioridad que envuelve su cabeza con corona invisible de espigas, enfatizan el desprecio de muchos de sus verdugos. Bien es cierto que la gran mayoría simpatiza con ella. Pero eso es en Madrid.
El acontecimiento es resolutivo.
Cuando Camilo José Cela recibió el Premio Nobel dijo: espero que este galardón sirva de revulsivo para las letras españolas. Y menuda pena, su magistral pluma –siempre pluma, decía, pluma y papeles cualesquiera- fue postrera, porque nadie ha vuelto a despuntar con maestría y genialidad en terreno español. Sin caer en el tremendismo, coño del joder, hay que decir que Cela no se enajenaría partícula ínfima en comparación con uno de los clásicos tradicionales.
Si alguien le dijera a Platón que La Gobernanta neoliberalista de la Comunidad de la capital de la monarquía española comete faltas de ortografía, desearía regresar del inmenso negror donde mora eternamente. ¿Monarquía?, ¿un gobernante que hace faltas graves de ortografía?
Nada, absolutamente nada es ya platónico. Esto es, señoras, señores, el gris mundo de las Formas; un mundo inteligible que no se comprende.

No hay comentarios:

Publicar un comentario