8 de junio de 2012

Sirenas y zombies


Desde 1913, lánguida y sensual, la Sirenita de Copenague espera al joven marinero a quien entregarle su mortalidad a cambio del amor definitivo. La escultura, de 1.25 m de alto y de cobre, reposa en la Badia del puerto, en la desembocadura del Mar Báltico, y fue la musa inspiratoria de Andersen y su bonito cuento de hadas. Pero se le acabó la soledad, se acabó su tristeza, la vulnerabilidad de su virginidad: la sirenita ya tiene amante. Se llama Él, y es una escultura elaborada a partir de aleaciones metálicas, cuyo cuerpo, muy contrario al mate de la Sirena, parece un espejo rutilante de futuro. Pestañea cada hora y está colocado a solo unos metros de su coima.
Es cierto que Él no es un pescador que faena para zurcir una historia de puertos, gaviotas y  rones hemingwayanos; tampoco se despierta a las cuatro de la madrugada para bajar el estrechísimo pasaje y reunirse con sus compañeros en el muelle y fumar de su pipa y zarpar para pescar dos meses de merluzas; tampoco ha sucumbido a su embriagador canto; pero podría ser todas estas cosas porque es un hombre, o al menos eso sugieren sus piernas largas, sus pies mamíferos y su pose absolutamente inspirada en ella, a lo génesis invertida.
Quim Monzó lo advertía hoy en su columna. Pero yo no tengo ninguna referencia sobre-pornográfica del hecho. La Sirena de bronce no se convertirá en humana por muy enamorada que esté de su nuevo mancebo; eso es un evidencia. Pero, entonces, ¿qué futuro romántico le espera a la buena pareja? Pues –dicen- las sirenas son expertas en el sexo oral. Claro, de cintura para arriba son mujeres, pero de cintura para abajo son peces (o pescados, que diría Monzó), y eso impide la cópula perfecta: a falta de... Pero, ¿qué es mejor: una cópula o una perfecta felación? ¿Y ella? También querrá ser complacida, ¿no? Tal vez tenga muy desarrollado lo erógeno de sus pezones u orejas, o tal vez sus orgasmos físicos tengan un efecto directamente proporcional con la plenitud exeterna del amor.
Como partícipe del género masculino, sin embargo, temo por Superficie Bruñida. Temo por las noticias que llegan de EEUU y el boom antropófago –caníbal- que se está produciendo en su esfera juvenil. Del caso de que hablé en esta columna la semana pasada, aquel en que un joven de 21 años se había comido el corazón y el cerebro de su compañero de piso, le han seguido, en cuatro días, cuatro casos más de igual indigestión. Uno ocurre en Miami: cuando dos policías abaten a tiros a un individuo que se les lanzó encima para morderos. El otro hizo saltar la alarma; sucedió también Miami y era un chaval igualmente joven que, tras altercar el orden público, la policía se dispuso a detenerlo y él, nervioso e hinchado, amenazó con comérselos si no le dejaban irse; una vez en el coche policial, el sujeto empezó a dar cabezazos a la reja aislante y a gritar: “¡os voy a comer, cabrones de mierda, os voy a comer!” El tercero, en Balitmore, se consuma cuando otro individuo, completamente desnudo, arranca la ropa de un viandante y le desfigura a mordiscos la cara, dejándolo en estado crítico. El cuarto se produce cuando un señor se propina 52 puñaladas a sí mismo y le lanza a los agentes restos de sus vísceras. Los medios locales ya han bautizado los hechos de “Ataques zombies”. Según informa hoy la Policía de Miami, las causas de este canibalismo podrían estar en el consumo de una droga denominada séptimo cielo, síntesis químico puro y duro que altera el sistema –digo- digestivo de los consumidores.
No quiero ni pensar qué ocurriría si la bella Sirena de Copenague probara jamás esta droga. Y eso que dicen que el sexo oral es más seguro. ¿Y Él, superficie bruñida? Espero, si ella es drogadicta, que al menos Él no haya visto Vagina dentada de Mitchell Lichtentein (2007). Si no, ¿qué será de nuestra feliz nueva pareja?

(No obstante, podrían preparar entre todos un experimento a lo Cárcel de Stanford de Zimbardo  (que citaba ayer Núria en su blog Maldición del excitador de versos): reunirlos a todos -sirena, estatua, caníbales y policías- y dividirlos en dos grupos: activos y pasivos. Creo que se produciría allí una orgiástica explosión de sexo donde los policías, seguro, siempre andarían por el medio tocando las narices. Aunque hacer esto sería una estupidez, como la psicología; que es ahora una obsolescencia estúpida. El psicólogo es un escritor deformado. Ambos hacen ficción de una partícula real. Lo malo es que los escritores escriben a partir de esta premisa y la venden como tal: literatura, ficción, experiencia, genio. Lo malo es que ellos, los psicólogos, hacen mala literatura y cobran por ello.
Deberían legalizar los matrimonios con sirenas y prohibir la carrera de psicología en las todas las universidades, estadounidenses y españolas).

9 comentarios:

  1. Apostaría más por un menú de carne y pescado de parte del muchacho solitario. Además parpadea, eso tiene que servir para algo. La Sirenita poco sabe de Séptimo cielo, sea de éste o del otro.
    En cuanto a la psicología estoy de acuerdo. Ficción y deducciones basadas en típicos patrones, la profesión de la generalización. Es posible que mi manía esté basada en un sujeto en partícular y su psicoanálisis continuo de mis actos, pero oye, hay gente que le habla a las plantas o se la mete a latas de silicona, tampoco sería tan grave tener una pecera gigante en tu casa con tu querida esposa dentro.
    Gracias por tu mención! Un abrazo!

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  2. Que mundo de locos.
    Esto deber el apocalipsis y lo que ocurre es que no nos damos cuenta.

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  3. ¿Y que me dices de las modernas mamas que se comen la placenta después de dar a luz y que no deja de ser algo que en el mundo animal es algo corriente? eso si, la placenta se cocina, ya que por algo tenemos que destacar! :)
    A mi la sirenita me defraudó cuando la vi y por mucho mancebo que le pongan al lado, como que me seguirá defraudando...

    Besos.

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  4. Libros de autoayuda, entrañas y sesos fritos; o las neuronas están fritas como diría Punset.

    Besos.

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  5. ¡Mujer universal y desconocida! Mejor así...

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  6. Joder, con el séptimo cielo, ¿cuándo llegará aquí?

    Por cierto, un chiste que leí ayer al respecto de todo esto de las felaciones y zombies:
    "¿Cuál es la definición de confianza?
    Dos caníbales haciendo un 69."
    xDDD

    Un abrazo! :)

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  7. Es un retroceso "civilizado" el nuestro. En la calle y en la cama. Un abrazo.

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  8. No sabía que nuestra conocida Sirenita goazaba ahora de un oportuno acompañante. Tampoco conocía esa extraña droga que cuyos efectos parecen culminar en el canivalismo puro y duro. Contigo siempre aprendemos algo :)

    Besos.

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  9. La gente parece que cada vez se siente más sola y necesita alguien a quien contar sus pequeñas locuras. Ya sea un cura, un ordenador, un barman o, ahora que somos modernos, un psicólogo. Cada uno elige.
    El problema está en las grandes locuras, esas que no se cuentan, no?
    Besos ;)

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