Debo reconocer que el sexo ha ocupado un lugar privilegiado en estas últimas columnas. Lo destaco porque antes, esto es hace dos meses, los textos que se relacionaban directamente con el sexo eran muy minoritarios. Y no sé qué ha ocurrido. Será la primavera, pero yo, que prefiero el invierno, el frío, no me llevo muy bien con los tópicos. Así que supongo que serán los hechos consumados, o será la gente, que está torrada, o serán los periódicos, que necesitan sexo, sangre, vida… Porque el sexo, más allá de vida, de placer, de semen y amor es, vaya por delante, una manifestación perfecta del comportamiento individual en una sociedad.
Reconozco que la frase –manifestación perfecta del comportamiento individual en una sociedad- invita a sentarse en un jardín checo, preferiblemente en una mecedora bucólica, con un periódico estilo berlinés abierto de par en par, y respirar hondamente la intemperie freudiana de, pongamos, 1892. Pero los tiempos cambian; los tiempos han cambiado y el sexo, más allá de su praxis, se ha adaptado a la falacia (que no felatia) contemporánea de nuestra década.
Suponte, por ejemplo, que estás sentada en la mecedora de mimbre, a tu izquierda un castaño común, a tu derecha una mesita con un café, una taza con azúcar, una pitillera de Edgar Allan Poe con tabaco picado, y una pipa que tú, muy delicada, sujetas entre los dedos con la dubitación de metértelo, o no, en la boca. Pongamos que estás indecisa. Tienes, también sobre la mesa, el libro Ni de Eva ni de Adán, de Amélie Nothomb. Tienes curiosidad por terminarlo porque Nothomb te gusta, pero todavía desconoces si es un nuevo genio como Houellebecq o una simple fantasiosa de literatura prescindible. Aun así te consideras ya una persona adulta, deberías saber qué ocurre en este hastioso mundo; en un acto de responsabilidad decides encender la pipa y ponerte a leer el periódico. Descruzas las piernas a lo Sharon Stone en Instinto básico y muy cruelmente, casi con desgana, con aquella mirada perversa que une los máximos diosa-mujer, ojeas la portada: Bruselas pedirá a España que cierre los bancos con problemas (vaya, piensas, ya era hora); el rescate de la banca tendrá impacto en la deuda y en el déficit de España (vaya, ¿es finalmente un rescate?: cállate, estúpida, te dices, estás leyendo El País); Barroso dice que el euro está en riesgo sistémico (a este portugués le vendría bien un polvo, si no tuviera esa cara de…, si fuera más guapo); Rodrigo Rato renuncia a su indemnización de un millón y pico de euros (oh, ¿en serio?; qué menos…No me jodas); Tito Vilanova será presentado como nuevo técnico del Barça mañana al mediodía (pues muy bien, dices); la Selección Española se juega esta noche seguir viva en la Eurocopa (pues muy bien, no me jodas…); Ryanair cobra más por ensaimada que por pasajero (asco de compañía, ¿quién confía en una compañía aérea regentada por un esquizofrénico lunático?); un hotel de Barcelona por estrenar se llena de ocupas –muere uno de ellos por sobredosis de heroína- (esta gente, en serio, deberían reconocerse en El Hipócrita de Moliere; pero qué más, veamos, veamos, te dices mientras pasas las páginas de Internacional, Política, Nacional, Deportes, y llegas a la bendita Vida y Cultura); los bomberos evitan amputar un pene a un hombre (¡oh dios!, piensas, se te dilatan las pupilas, como cuando te tocas o como cuando te tocan o como cuando lees a Blake, decides leerte de corrido toda la noticia): “Efectivos del Cuerpo de Bomberos de Granada han participado en una operación de urgencia en el Hospital General Virgen de las Nieves para liberar el pene de un hombre que lo introdujo en un cilindro de acero de dos centímetros de diámetro para practicar alguna actividad sexual, después de que un equipo de sanitarios les solicitara ayuda al no contar con instrumental para cortar el tubo”, (lees las declaraciones del sargento de Bomberos, que cuando los médicos vieron imposible cortar el acero, decidieron amputar el pene muy maltrecho, justo cuando él, el sargento, se acordó de que en casa tenía una herramienta de bricolaje que podría servir; te mueres de risa, y eso que tienes que leerlo dos veces para creerlo, porque el artilugio de acero donde el individuo introdujo su pene para jugar a sexo medía dos centímetros de diámetro, ¿dos centímetros de diámetro?, te miras la mano y con los dos dedos pulgar e índice trazas lo que te parece son dos centímetros exactos, te taparías la boca pero, ¿para qué?, sonríes ruidosamente; ¿por qué la gente juega a enfermos sexuales? ¿Se puede, de veras, tener un pene tan pequeñito? Piensas en todas las noticias curiosas y enfermas que ha habido en el mundo médico-sexual: como aquella chica que se penetró el pene de su perro y éste, al hincharse, se quedó atrapado dentro de ella, o aquel gag de Jackass en que Steve-O se introduce un preservativo con un cochecito de juguete dentro por el recto: te acuerdas de la cara del médico que lo radiografía y te entran ganar de miccionar o, en su defecto, de masturbarte, pero sigues leyendo porque parece que hoy la sección de Vida viene cargadita); una carcelaria de 27 años es condenada a doce meses de prisión por intimar con cuatro presos (oh sí, gimes, eso sí es valor, sigues): “a la mujer, que trabajaba en la prisión, cuyo padre fue condenado por violar las leyes de inmigración, cuyo novio está en chirona por robo, la han encontrado diversos motivos que pueden llevar a relacionarla sexualmente con hasta siete presos de las celdas donde trabajaba. Cartas de dos presos distintos: uno le escribe “quiero ver tus pequeños pies en el aire mientras hacemos el amor” (qué bonito… exclamas), otro “te amo tanto, todo lo que hago es pensar en ti, acabo de pensar en cómo sería abrazarte mientras beso tu cuello y tu bello cuerpo” (ay, pero qué mono, te dices; ¡y qué tía ésta, será guarra! Claro, nada comparado con lo que viene): se cree, sin embargo, que la chica ha podido mantener relaciones sexuales en las celdas con diversos reclusos; el fiscal, por lo pronto, la ha condenado a 12 meses de prisión por infringir gravemente el código de su profesión. Ella ha declarado que no folló con nadie, que solo fantaseaba y que les facilitaba fotografías eróticas”, (pobre chica, solo quería sentirse Cleopatra…A otra cosa. Y pasas página); el portal inmobiliario idealista.com lanza una controvertida campaña publicitaria (ves una foto de una pareja magreándose en un coche, lees el artículo y te enteras de que la campaña, titulada “¿en tu coche o en mi casa?”, es una secuencia de fotografías sexuales de jóvenes pillados en coches en pleno acto sexual. Hay fotos de parejas que, iniciando el coito, son sorprendidos por un ojo digital; hay fotos que presentan incluso tríos: dos chicos y una chica semidesnudos en posiciones horizontales dentro del coche; hay fotos lésbicas, fotos en que un chico sodomiza a otro en postura triangular; hay fotos que cazan a dos chicas montándoselo mientras el chico se baja la bragueta, etcétera. Te llama mucho la atención porque hay imágenes ciertamente sugerentes pero, claro…, tanto sexo empieza a mojarte. Te enteras entonces que la web –idealista- envió el anuncio, en el que en ningún momento se explicita nada más que la postura, a las principales cadenas televisivas y que éstas rehusaron emitirlo por su alto contenido erótico, al menos hasta las 22.00, horario que la televisión española deja de pertenecer a lo infantil. Por si fuera poco, te enteras de que la inmobiliaria ha presentado otro anuncio que es exactamente el mismo pero con las imágenes difuminadas y un mensaje encima: NO PODEMOS EMITIR ESTE ANUNCIO HASTA LAS 22.00, PARA VERLO ENTRA EN NUESTRO PORTAL”. Piensas que es maravilloso: una táctica comercial inmensa, que el sexo también sirve para vender pisos, para re-hinchar la burbuja, y te ves inflando un preservativo con la boca viscosa, te dices que, de hecho, el sexo sirve para todo, y para vender, también, sobre todo para vender).
Desgraciadamente, ahora vienen las esquelas y la sección salmón que nunca te ha interesado. Casi agotada, muy sonriente, te dices que ya ha habido suficiente, que empieza a refrescar y que, aunque no tengas coche, si tienes una casa victoriana justo detrás. Miras el libro Ni de Eva ni de Adán con la firme voluntad de leerlo (para saber de una puta vez si Nothomb es o no un genio) y te fijas en la portada. En ella aparece la escritora con una espada samurai y te dices que es realmente guapa, que con ella, si se prestara la ocasión, quién sabe… pero te deshaces del sexo y te pones a leerlo. Terminas el libro y comprendes que el sexo, el buen sexo y la literatura son la misma cosa; solo que con distintos medios. ¿Distintos medios, seguro? Te acuerdas entonces de la canción que el otro día escuchaste: Fuck me Ray Bradbury y recuerdas muy especialmente los últimos versos hablados: and by come, I mean ejaculate on a book (y por irte me refiero a eyacular en un libro). Miras perversamente la novela y piensas en el peligro que habría en hacerlo. Pero sabes, igual que yo, que las posibilidades de acabar en urgencias son ínfimas. Así que adelante.
Gracias por tus tajantes críticas.
ResponderEliminarLos textos sobre sexo, como te dije, desprenden descaro por los poros de cada letra. Ausencia de prejuicios. Sin tapujos. Gracias, también, por ser tan jodidamente sensual cuando escribes.
Siempre me sacas una sonrisa.
ResponderEliminarMe encantan tus columnas sobre sexo. Escribes de una forma tan poco explícita, tan visual, y como dice Laura "sensual" que tus lectores (hombre o mujer) acabamos con ganas de ser perversos.
Nunca tus palabras nos dejan indiferentes y esa es muy buena señal. Tus palabras transmiten.
Gracias por hablar siempre sin edulcorantes.
Un abrazo.
Jajajaja...En fin, hago tantos enlaces en la mente con lo de "eyacular en un libro", que me voy a ahorrar esa parte.
ResponderEliminarLo que me ha llamado la atención, estaba en proceso de confirmación, es que sueles escribir tus columnas desde un punto de vista femenino. Redacción y coloridad masculina, pero los personajes que nos enseñas o a quienes nos quieres trasladar, femeninos. Me resulta curioso, como digo, porque a mí me pasa lo mismo (al contrario), como que me suena mejor escribir '-ado' que '-ada'. No termino de saber el porqué... ¿Tú?
Un beso!
No sé que pensar. No conozco a esas gentes y sus caras, pero si, supongo que le hace falta una buena dosis de sexo comunitario y desprovisto de intereses. O Nothomb, que es bastante genia.
ResponderEliminarNo quieras saber los que te puedes encontrar en los pasillos de urgencias... Ya lo dicen por ahí que el sexo mueve montañas, que tiran más dos tetas que dos carretas y encima -mira por donde- se puede llegar a vender pisos!
ResponderEliminar"Ni de Eva ni de Adán" uno de los tropecientos libros que están a la espera en los laterales del tatami...será cuestión de prestarle un poco de atención, no?
Besos.
Uff todo parece tan surrealista que nunca acabas de creerte nada. Claro, luego habría que contrastar algunas noticias porque nunca nos acabamos de fiar de los que escriben en los periódicos, lo sé de primera mano. Pero vamos, es cierto eso de “la realidad supera la ficción” y tú lo escribes de manera curiosa, resumiendo lo más sustancioso de manera brillante, y además me acabo riendo. Y es que no queda otra. Buenas tardes, caballero.
ResponderEliminarJajaja vaya cúmulo de sucesos más "idiotas", me quedo con el titular del hombre del pene y con las caras que pondrán los bomberos al verse en una situación tan absurda y a la vez crucial para la vida de ese hombre.
ResponderEliminarUn abrazo!