Ahora ya lo sabemos. Dentro de cuatro
mil millones de años la Vía Láctea colisionará con la galaxia Andrómeda generando
una nueva galaxia. La noticia ha surgido con fuerza en todos los medios de
comunicación de esta semana; La Vanguardia, por ejemplo, titulaba: “La guerra
de las galaxias será con Andrómeda”; o TV3, cuyo presentador de noticias 3 24
bromeaba: “por aquel entonces ya habremos terminado de pagar la deuda”, (en
catalán, claro, que todavía hace más gracia). Y tal vez ha surgido –la noticia,
digo- con demasiada fuerza, porque el choque ya se presentó en el documental El Universo, su origen y su futuro en el
año 2005.
En él hay una reconstrucción muy visual donde la galaxia Andrómeda, sistema
espiral gigante con cien mil millones de estrellas, se aproxima a su hermana, a
la Vía Láctea, también espiral y compuesta por el sistema solar y por tanto,
por poco que sea, por cada uno de nosotros, a cuatrocientos ochenta mil km/h. para,
en el año cuatro mil doce millones d.C., cruzarse contrapuestamente -una
vertical, otra horizontal, como una sierra mecánica que corta una pierna
tendida- sin generar ningún estropicio apocalíptico. ¿Cómo puede ser? Porque
para que la fusión se lleve a cabo se requieren dos mil millones de años más,
es decir, la mitad de lo que falta para la colisión. Durante este segundo
periodo, la Vía Láctea será víctima de la gravedad, y propiciará un giro
inesperado de 180º sobre sí misma para desplazar a sus planetas a distintas
órbitas y eyectar al sol a las afueras de la nueva súpergalaxia. Por lo visto,
el panorama que se vivirá dentro de la atmósfera terrestre durante el proceso
será precioso. Se apreciará el cruce fantasma con Andrómeda, pudiendo
contemplar sus entrañas, y las doscientas mil millones de estrellas –las de
Andrómeda y las nuestras- brillando efervescentemente en el cielo, todo
presidido por un sol cada vez más oscuro, que se irá alejando irremediablemente
para iluminar lo que hasta entonces estuvo apagado, en la sombra, en la cueva
platónica del macrocosmos.
Generalmente se tiende a despreciar
este tipo de investigaciones. ¡A mí qué me importa que el telescopio espacial Hubble haya visto en sus quevedos videntes el
fin del mundo! ¿Cuatro mil millones de años? Que investiguen cómo evadir
definitivamente la crisis financiera, cómo restablecer el sistema político, cómo
parar el cambio climático, cómo hacer frente a una hipoteca de 60 años o cómo
emplear en menos de dos años a seis millones de personas. Pero estas reacciones
son, al fin y al cabo, un ejemplo de ignorancia y egoísmo formados por los
problemas anteriores: sistema político, paro e hipoteca, es decir, por la
economía capitalista de los dos últimos siglos: por el sistema de vida que
llevamos. Considerad, todos aquellos que solo veis en el choque de galaxias una
nueva oportunidad para el cine multinacional de George Lucas, que, con esta
noticia, el género humano acaba de alcanzar la eternidad. Se sucederán millones
de generaciones tras la nuestra, pasarán los miles de millones de años, se
escribirán nuevos Hamlets, nuevos Quijotes, nuevas Biblias, se crearán nuevos
artes, nacerán Da Vincis, Rafaeles, ulteriores Poes, Rimbaudes, se establecerán
nuevos sistemas de ciudad, nuevas sociedades (las bioquímicas con transferencias
microbióticas sexuales), nuevos amores,
nuevas leyendas, invasiones a nuevos planetas, con nuevos medios de transporte,
nuevos horarios, nuevas justicias, nuevos placeres, podrán sucederse
evoluciones como minutos hay en un billón de años luz, pero nosotros sabremos –los
de ahora, los del 2012- que cuando se cumplan los cuatro mil millones de años
esto terminará, que no habrá más: id recogiendo las maletas porque esto se os
acaba. Como Jesús, que sabía que esa era su última cena, o como los culés que,
desde que se perdió ante el Real Madrid, sabíamos que Guardiola lo dejaba. Porque
no nos gustan los imprevistos, ni los accidentes. Preferimos saber el día de
nuestra muerte, así sopesamos la experiencia, apuramos más o menos el tiempo
que nos queda, lo distribuimos; nos gusta no dejar margen a la improvisación,
porque generalmente somos seres pasivos y contemplativos, nos cuesta la acción,
somos partidarios del melodrama más rancio.
El sistema solar, tal y como lo
conocemos, desaparecerá dentro de cuatro mil millones de años (si el 2012 maya
lo permite, claro), pero, ¿alguien cree sinceramente que no habremos acabado
con el mundo antes? Cuatro mil, cinco mil años, no le doy más a esto.
Qué complicado esto de pensar a largo plazo! ;)
ResponderEliminarCien millones de estrellas y yo no tengo ninguna, qué mal repartido está el mundo.
No sé si estoy tan de acuerdo con eso de querer saber qué día vamos a morir, ahí me entraría la paranoia, eso sí…¡Me comería todo, eh!
Besos Marc.
Este comentario no aporta nada “sesudo”, pero ante semejante análisis no sé qué acotar.
Andrómeda que se esté quietita ahí y que no joda!
A mí ya cuatro o cinco mil me parecen demasié al ritmo de destrucción que llevamos (tanto medio-ambiental como humana). Yo apuesto por llegar al año 3000 y que algo eclosione y joda el planeta definitivamente. Y no sé exactamente por qué pero me gustaría presenciar el final del planeta, ya fuera de forma natural o artificial. Eso sí, con algo más de edad que la que tengo ahora, que tengo planes por cumplir.
ResponderEliminarUn abrazo.
No sé. Es evidente que la tierra es capa de soportar ciertas cosas atroces. Por lo demás, si es tal como lo dicen, será un espectáculo digno de verse. Uno al fin. Un abrazo.
ResponderEliminarEs hablar de universo y sicalipsis, y no puedo para de pensar en este la séptima de Beethoven:
ResponderEliminarhttp://youtu.be/jZ8tmkDLkLs
Un saludo!
Me ha venido la imagen del final de Fight Club mientras te leía. Qué cómodos estamos sintiéndonos únicos, en esa impunidad ficticia que nos regalan los miles de años y un universo en expansión. Pura inconsciencia. Lástima que sea la muerte la que de mayor valor a la vida, del tipo que sea.
ResponderEliminarUn abrazo!
YO CREO QUE SI TIENE UN FINAL
ResponderEliminarEres muy generoso.
ResponderEliminarYo le daría menos años aunque nunca se sabe.
Quizás los romanos y los cartagineses le daban menos y mira... aquí estamos.
El misterio del universo me sigue fascinando.
Saludos.
Es una pena que mucha gente no preste la debida atención a este tipo de noticias, o no se ponga a "investigar" un poco por su cuenta para aprender (el saber no ocupa lugar). Lo peor de todo es que como bien dices, lo hacen por ignorancia los pobres. Es cierto que tenemos muchos problemas mucho más inmediatos, pero creo que la investigación es algo muy importante y el conocimiento es poder, ni más ni menos. El día que la gente se de cuenta de eso, cambiarán muuuucho las cosas.
ResponderEliminarComo siempre disfruto mucho con tus entradas, lamento no poder comentarlas siempre todas, pero la época de exámenes no me permite estar demasiado por aquí.
Besos.
dentro de cuatro mil millones de años...Si el planeta tierra nos soporta hasta esa fecha, yo creo que se merecería un buen descanso. Sin duda.:)
ResponderEliminarSaludos Marc