La utilidad de ciertos instrumentos está más que expuesta a la duda. Hoy, por ejemplo, día de difuntos, muertos y otros decesos, ha aparecido en el televisor un anuncio absolutamente absurdo. Entre película de terror y terror, en uno de aquellos sacos publicitarios que no se aguantan, han presentado el “Rosario electrónico con la voz de Juan Pablo II para que usted rece con su voz”. Se trata de un aparatejo que como bien recalcan, cuenta los días de la semana, y da rezos con la voz del pretérito Papa de Roma. El anuncio físico es de las rancias teletiendas: planos eternos, actores que si algo no son es actores, voz en off destacada por su emoción pasional, etcétera. No entiendo demasiado la utilidad de dicho chisme. Reitero. Que es, ¿para rezar más fervorosamente?, ¿para cerciorar el día en que estamos?, ¿una muleta para aprender y memorizar el padre nuestro y Avemaría? Tal vez se trata de un juego motivatorio, como el deportista que se pone música antes de un partido, o como el escritor que se toma una cerveza para fluir con mayor facilidad sobre el folio. Además, añade el anuncio, aparte de recordarte con voz el día en que estamos, podrás rezar junto a la voz del santísimo beato y argüir los entresijos de la religión y alcanzar respuestas. Además, no solo se encenderá la luz del día en que estamos, sino que te regalamos un rosario real para que muestres tu devoción al mundo.
Definitivamente estamos ante otra batamanta. Para pocos será útil e imprescindible, para muchos será un instrumento de culto por su vasta y graciosa inutilidad. Así marcha el mundo; entre bromas inútiles y oraciones sin sentido. Una oscilación inmensa de vanidad. Dios no existe, y la profundidad tampoco.
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