6 de febrero de 2012

Una invitación para el metro

Compone un 70% del total de las tarjetas compradas, y este 2012 ha subido un 12% respecto al precio del pasado año (eludiendo las distintivas subidas que ha sufrido, la pobre, durante tiempos tan pretéritos como recientes). Es la T-10 de la Autoridad del transporte Metropolitano (ATM) que abarca metro, tranvía, Rodalies, Ferrocarrils de la Generalitat y  autobús.  Su precio actual es 9,25 euros que, frente a los 2 euros que cuesta un billete sencillo, lo sitúan a 0,95 euros por trayecto. Evidentemente, el beneficio para el usuario (y para la ATM) es considerable. Tan considerable, de hecho, como patético. Que se pague tamaña brutalidad a un consorcio de coordinación y planificación tarifarias no deja de ser, por lo pronto, patético. ¿Verdad? Sin embargo, estas últimas semanas se han sucedido manifestaciones detractoras –muy desorganizadas, como mandan los cánones- en contra de esta gestión en general y de las subidas en particular. Qué menos. Yo no pago ha brindado imágenes rotundamente hermosas de jóvenes y no tan jóvenes saltando los paneles de paso, enfrentándose a las también patéticas autoridades de la seguridad, o discusiones efímeras sobre la indignación y
la irresponsabilidad política que nadie –y menos los Prosegur- querían echarse a los hombros. Pero como hay formas más elegantes de armar la revolución, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB, pronúncienlo acrónicamente) ha lanzado una iniciativa, La T-11, que merece la pena explicar. Conocida es la flexibilidad de la tan querida como pobre T-10. Por ejemplo, se puede efectuar un transbordo en distinta línea sin pagar el trayecto si la duración del mismo no supera la hora y cuarto (ponderable a las distintas zonas del sistema tarifario). Pues bien, la FAVB ha publicado el derecho a regalar un viaje extra de la T-10. Despacio. Solo al día –dice la FAVB- 150.000 personas acaban su T-10; animamos a estas personas –dice la FAVB en palabras mías- a regalar el derecho a un viaje extra a quien ellos elijan. Con ello se conseguirían 15.000 viajes gratis al día, dos mil más que la gente que diariamente se cuela sin literatura. La iniciativa posee cierta belleza, cierta reminiscencia japonesa, cierto afrancesamiento popular: por un lado, se aprovecharía en la más estricta legalidad un viaje que nos pertenece, por otro, se protestaría y jodería a la ATM y a sus manos derechas por sus decisiones no precisamente populares. En la página que abrieron, t11targeta.blogspot.com, explican detalladamente cómo llevar a cabo la iniciativa: dejar las tarjetas aparentemente agotadas en las marquesinas de distintas líneas donde se haya producido el viaje, descargarse un programa para anunciar que hay una T-11 disponible y dónde encontrarla, o regalarla al primer viajero empedernido con que te cruces y generar, de paso, algo de sociedad… Dice la FAVB que también ayudaría a enfatizar el poder solidario en tiempos de crisis entre los usuarios de un mismo medio. Quién sabe. Toda protesta intelectualmente desarrollada es buena. Pero se me antoja extremadamente complicada. ¿No habrá, acaso, quien haga con esto negocio? Es probable que hallemos individuos recolectores que, organizados o no, circulen de marquesina en marquesina acopiando un buen puñado de te dieces agotadas; montarían, tal vez, un pequeño chiringuito en las paradas o estaciones de distintas líneas vociferando: ¡un viaje, medio euro! Porque, aunque la amplitud sea una de las grandezas de nuestra perfecta economía, sabemos que el café para todos nunca ha sido suficiente. Pero parece que todavía se desconoce que un cuello de botella no abarca para tantas bocas. Si es que Luis XVI no fue el único enemigo de la Revolución Francesa…

1 comentario:

  1. Bien por la entrada. Aunque la T11 no la sacó la FAVb, aunque sí se unió. La iniciativa salió a través de la plataforma TMB51 a través de twitter. Saludos.

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