8 de marzo de 2012

Alicia

Deshiciste inenarrablemente el embozo de la cama y te inclinaste en forma sugerente, con el pelo reclinado en la palma de tu mano, la palma de tu mano irresistiblemente contigua a tu muñeca, cuyo peso entero se revolcaba en las sábanas de tu codo. Pues bien: de la bandeja tomaste el vaso de zumo de naranja, te serviste leche en la porcelana con café, mordisqueaste el croissant con curiosa metafísica, tu le connais ce monstre délicat, hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère, qué mejor, pensaste, que una mañana de domingo, marzo: mes cruel, y alargaste un brazo diamantino, albo, oscuramente hacia un libro cualquiera, qué mejor, pensaste, que una mañana de domingo con Jane Eyre.
Hubo en simultánea armonía un estremecimiento y un retorcimiento. Mis flores solo serán mis flores, pensaste, si este sol de medio invierno sigue escindiendo la barandilla, tan llena de
óxido tal vez como la historia, la radio o los siglos, y si las macetas fueran de cerámica, y no de barro, y no de lodo, y no de plástico, y si el plástico no fuera tan abusivo…, y si los Arnolfinis hubieran sido pintados por, qué sé yo, el Bosco o Dalí. En todo caso, Eyre viajaba de nuevo al lecho de su madrastra, pústula llena de infancia. Cuántas horas de viaje, te dijiste, cuantos caballos, y qué carrozas. Sorbiste un decilitro de café, cuyo contenido en leche era, en términos exactos, del treinta y cinco con cuarenta y tres por cien. Qué tiempo calmo, qué hora muerta, qué dulce el croissant cuya carne en tu comisura posa, le monde vibrera comme une immense lyre, dans le fémissement d’un immense baise!
Piensas ahora en los días. Tu sudor, las madrugadas, el transcurso macilento de conceptos contractuales. Un buen día dijiste: esto por lo otro. Bandera, tierra, Galicia, sangre, todo, por esto, una letra, una palabra. Y eres puntual cual mecanográfica. Pero dejas bien claro que en el arte y bajo en la órbita asfixiante en que te encuentres, tu pulso guía firme a ángeles y gusanos, a retratistas y enterradores, a lésbicas ilustradoras y a poetas malditos de tiempos futuros. Algo parecido a una musa, mas con el carácter fehaciente de un ser omnipresente con poderes retroactivos. No es el día de la mujer trabajadora, sino el día de la musa libre. La noche de Eyre y de Arnolfini. Como un poema escrito en prosa, tan deliciosa…

1 comentario:

  1. Una entrada preciosa que roza la poesía.
    Magnífico el descubrimiento que hice llegando hasta aquí.
    Con tu permiso me quedo a seguirte leyendo.
    Besos

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