Un dedo tuyo si es blanco opera
en el vientre de la llaga fluorescente.
Una uña tuya metalúrgica hace de
mi búsqueda una esquina de una ciudad casi entera.
En la imagen pauso el adoquinado,
el gris, el prisma mineral, la pared,
la alcantarilla con la radio del televisor
de mi cerebro que busca –lo sé- una punta de sangre.
Tú, ¿no?, puta y médico, me indicas:
Tú, ¿no?, puta y médico, me indicas:
<<La punta esa está en una esquina de esta
ciudad casi entera>>. Y a mí, que se me cae
el sombrero, y el abrigo me parece una rata,
y que veo aleaciones casi inmensas
en los cielos grises siderales de un ojo excreto
que me dices es mi futura escapatoria,
como una forma de pensar, como una forma de morir,
se me estremece la parte interna
de cualquier pulmón –el que quieras-, y
me pongo en camino. En camino
para encontrar mi puntita de sangre.
para encontrar mi puntita de sangre.
La encuentro con la radio de mi cerebro.
La retengo. La manoseo. La pierdo.
Y entonces solo creo en lo que tú me dijiste:
Y entonces solo creo en lo que tú me dijiste:
<<Si la retienes, la pierdes. Así que usa el bisturí>>.
Jamás he encontrado esa puntita porque se metamorfosea cada día.
ResponderEliminarDa gusto leerte en forma de poema.
Un abrazo fuerte.
PD: Veo que el calor nos ha afectado parecido, pues desde julio con la misma frecuencia.
Te dolerá mucho encontrar lo que deseas y encima puede ser que no lo retengas.
ResponderEliminarPoema urbano de búsqueda. Distinto.
Un verdadero gusto leerte.
Moitos bicos.
Parece imposible encontrar un diamante o la luz al final del túnel en semejante paisaje...Un abrazo.
ResponderEliminarLas uñas se comen cuando no arañan, sobre todo esas.
ResponderEliminarAtmósfera moderna y desamparada. Muy gris. Aplaudo la sangre que goteó en este poema, la frecuencia. Asomas detrás de cada letra.
Y es que esos últimos versos son tan certeros que creo haberte oído girando la ruleta.
¡Más!
Besines!
La herida definitiva... bello y quirúrgico.
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